domingo, 29 de abril de 2012

Meanwhile, in another dimension





El sol empieza a pintar con magma las copas de los arboles perennes, son las primeros minutos del día en el bosque, el cielo esta completamente despejado y, desde hace 6 horas, no se escucha nada más que el viento entre las hojas, el bosque ha sido desalojado, no hay pájaros, no hay ciervos, no hay ratas, ni hormigas, ni cigarras, no hay lombrices, ni gatos, ni lobos. En un radio de cientos de hectáreas las plantas son lo único que queda vivo a excepción de él o ello, en el centro de la figurada circunferencia, entre los pinos, sobre la pinocha, completamente inmóvil, hay un perro marrón, de pelo sucio y a parches, no respira, pero está erguido, su cabeza está levantada, su boca abierta, de ahí no sale nada, la lengua agrietada apesta y las encías parecen cubiertas de polvo, sus ojos vidriosos y negros están abiertos, el bosque parece muerto y reseco en la concavidad de su globo ocular, hace 6 horas que se ha detenido ahí, sus 4 patas se hunden entre la hojarasca tiesas como palos.


-


A cientos de kilómetros, delimitado por una destartalada valla hay un jardín, en el jardín una vieja cabaña, en la pared norte solo hay musgo, en la pared sur un porche, en él un niño se entretiene ensimismado mirando a través de las malas hierbas que cubren su jardín, los antiguos juguetes repletos de insectos y moho casi no se ven entre la maleza, cada uno un recuerdo del pasado, hace tiempo que el niño los dejó ahí, hace tiempo que no queda nadie para recogerlos. 


El chico se levanta y entra en la cabaña sorteando la basura que cubre el suelo, pasea su mirada por el sofá, los periódicos viejos, la chimenea, las polvorientas fotos de familia, la incompleta colección de cuchillos de caza de su padre, la biblioteca de su madre hasta finalmente posarse en las manchas marrones que cubren el suelo y la pared, siguiéndolas, atraviesa el pasillo para llegar a la cocina y una vez ahí abre la despensa y saca una de las cientos de latas de alubias con tomate que sus padres habían comprado de cara al apocalipsis, tema de sobremesa durante los últimos meses, la mete en el abrelatas que hay fijado a la mesa y gira la manivela intentando no desviar la mirada hacia al cadáver esquelético que hay tumbado, en posición fetal, en la esquina de la cocina ni al que le mira sentado en la pared con las muñecas dirigidas al cielo y cuchillo en mano. 


Una vez abierta la lata se dirige al exterior donde el hedor a muerto es menor y aun se puede comer, se sienta en los escalones y, descalzo, hunde los pies en el césped mientras devora las alubias, tras esto, lanza la lata con furia hacia la valla donde se estrella causando un hueco sonido al golpear la madera enterrada, y acto seguido se echa a llorar, las lágrimas caen por donde han caído siempre, dos ríos de barro claro surcan sus negras mejillas y, angustiado, se cubre la cabeza con la capucha blanca de su suéter, es entonces cuando bajo su pié empieza a moverse algo arrancándole una agria carcajada del estomago, cosquillas, agitado levanta el pie esperando encontrar una lombriz, en su lugar, ahí, bajo su pié y saliendo del suelo hay unas pequeñas piedras negras y redondas que se mueven de forma extraña, poco a poco las piedras salen más y más del suelo hasta desvelarse como lo que son, la parte inferior del pie de algún mamífero, asqueado el niño se levanta rápidamente rozando sin querer la sucia pata de perro que brota de la tierra como si de una planta se tratase, en ese instante ésta vuelve rápidamente a hundirse y tras unos segundos de silencio comienza a escucharse como se desgarra el bosque, ante el chico algunos arboles se inclinan a lo lejos, algo esta saliendo de la tierra, una especie de cable tensado, y cada vez se acerca más a los escalones de su porche, es la pata peluda y mugrienta, escuálida y kilométrica, el ángulo que forman el final de la pierna y la tierra es cada vez más abierto y, a lo lejos, el niño observa como se eleva en el centro del bosque un punto negro sostenido por lo que deben ser esta pata y otras 3 de las que se desprende la negra tierra que, cayendo, cubre el cielo como si de una plaga de langostas se tratara. 

Poco a poco las otras patas se van plegando como deshuesadas hacia el punto que contempla el bosque desde el cielo, una vez ahí se acercan dando latigazos en la tierra, los arboles vuelan por los aires conforme el ser acorta distancias, el corazón del niño palpita excitado mientras se da la vuelta en busca de uno de los machetes de su padre, jadeando llega a la colección busca el más grande y lo empuña con fuerza antes de regresar al jardín, el ser ha llegado y al parecer sus patas están menguando conforme desciende, como si de un siniestro ascensor se tratara, para encarar al chico, éste lo mira expectante y con los nudillos de su mano izquierda blancos de agarrar el mango del arma, finalmente el perro ya de una altura normal encarando al niño comienza a incorporarse sobre sus delgados cuartos traseros en una macabra postura de homínido, su cabeza se eleva hasta encontrar con sus oscuros y vidriosos ojos los del muchacho, y, moviendo las fauces como si de una marioneta disecada se tratara comienza a decir '¿Sabes que hora es...?', la mirada del niño se ilumina de alegría mientras levanta el puño derecho y lo dirige enérgicamente hacia el animal que también adopta la misma postura mientras los huesos de su garra crujen y se estiran dentro de la carne para formar una repugnante mano que se cierra fuertemente al tiempo que ambos puños se chocan.



IT'S ADVENTURE TIME!!

1 comentario: