lunes, 24 de enero de 2011

Chromatic Cicle



Una nueva mañana salpica rayos de sol sobre la población, empieza otra jornada, las calles lucen vibrantes rojos, violetas, escarlatas, naranjas, amarillos… satinados frescos que empapan, deslizándose en mezclas arcoíris, algunos portales, esquinas y pasos de cebra testimonio de una noche intensa. Oscuros azules, marrones e intensos verdes mate tiñen rincones cubiertos de recuerdos inaccesibles, antiguos momentos ocultándose de las nuevas generaciones, orgullosos de su posición en el registro de la polis.

Los primeros estallidos hacen su aparición, besos matutinos, alguna lotería, orgasmos y buenas noticias cubren las paredes de habitaciones, salones y cocinas. La gente sale de sus casas con la acostumbrada incertidumbre preguntándose cuál será el culmen del día, quizás un chiste desternillante, para algunos una sonrisa inesperada, la victoria de un equipo, una nueva película, ¿quién sabe? Si mirásemos abajo desde el cielo observaríamos el efecto dominó que se desata sin principio ni fin en la ciudad, gente explotando en tonos de intensos colores cálidos, sin previo aviso, salpicando y degradando el color de los ladrillos y baldosas de la calle con mezclas imposibles, que a poco evaporan su viscosidad abandonando tonos azulados y verdes convirtiéndos en las memorias de un triunfo personal.

No obstante, a veces en oscuros callejones, a veces a plena luz del día en una plaza poblada, como un disolvente infalible brota del abdomen de un hombre el líquido invisible que empaña el nácar de una navaja y en un último suspiro se deshace eliminando todo rastro de color bajo sus pies, es aquí donde por unos días nadie estalla de emoción placentera, la luz refractada en una superficie incolora oscurece los corazones de los habitantes creando un forzado luto solidario.

Aquellos que hayan ‘sobrevivido’ al día sin que la energía de su ser haya expandido los limites de sus cuerpos transformando órganos, huesos y fluidos en reactivos cromáticos, se acostarán como de costumbre. El resto tendrá que esperar a los siguientes rayos de sol para despertar en sus verdes camas con un celeste despertador bajo la palma de la mano.

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